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Premio Nacional de Literatura: esquivando -exitosamente- a las mujeres por 81 años

El Premio Nacional de Literatura existe desde 1942, cuando se creó durante el gobierno de Juan Antonio Ríos. De acuerdo a sus propios principios, se entrega a «la obra de chilenos que por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo de dichos campos y áreas del saber y de las artes, se hagan acreedores a estos galardones«.

Ni las instituciones están para engañarnos, por ejemplo, cuando nos dicen que en el masculino genérico las mujeres estamos incluidas, ni nosotras estamos para desconfiar de ellas. En este sentido, y dado que en su historia, al año 2022 se han entregado 56 premios nacionales de Literatura, no cabe más que reconocer que las mujeres chilenas hemos sido menos que mediocres en lo que a escribir se refiere.

De otra manera, no podríamos explicarnos que entre todo ese dechado de virtudes literarias, el Premio Nacional solo lo hayan ganado 5 mujeres.

Porque no se puede decir que no hayamos escrito, hoy no cabe duda de que las mujeres chilenas hemos escrito copiosamente, así lo atestiguan los archivos de las letras nacionales desde al menos el siglo XVII, con la figura de la monja Úrsula Suárez… Escribiendo, claro está cosas de mujeres, que básicamente no interesan. Y al parecer, así siguieron, pues cuando revisamos la historia de la LIJ esta tendencia se repite. Incluso contra los prejuicios de su época, corriendo riesgos y bajo pseudónimos, las mujeres siguieron escribiendo. Con el caso de la LIJ, claro está, corroboramos que nuestros intereses literarios han recaído en temas menores, de poco interés.

En este marco, es entendible que solo haya 5 ganadoras. Y más aún, parece un gesto de increíble generosidad de los guardianes de nuestras letras que en el año 1982, Marcela Paz, autora de Papelucho, haya obtenido el premio. Afortunada mujer.

Un caso curioso, ampliamente conocido, es el de una tal Lucila Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, a quién un oscuro grupo de señores en Suecia otorgó un premio llamado Nobel de Literatura en 1945. Enterados de esto, nuestros próceres intelectuales nacionales coincidieron en que dicha Señora hiciera más méritos si osaba aspirar a tener su reconocimiento, y en el año 1951, luego de discutirlo concienzudamente, la Señora Mistral fue premiada con el máximo galardón de las letras nacionales.

En este panorama, no cabe más que llamar a las escritoras a subir el nivel. Tenemos tarea, Señoras.

Doménica Francke-Arjel